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El terror nos atrae. Novelas, películas, noticiarios, periódicos..., en cualquier medio las audiencias aumentan con el crimen y el horror.
Según Amelia Castilla, periodista del País, las audiencias aumentan un 40% con las noticias sobre crímenes: secuestros, asesinatos, desapariciones misteriosas, etc. Asimismo, actualmente se da una fascinación por la novela negra y los thrillers. El género del terror, que en sus inicios fue considerado de baja calidad y de dudosa moral, es ahora uno de los más demandados. Gran parte de las películas más conocidas están basadas en novelas de terror en todas sus categorías: crimen, sobrenatural, monstruos, asesinos en serie... Lo más increible es que se han dado casos de personas (más mujeres que hombres, y no es machismo, es una estadística que, por cierto, tampoco he realizado personalmente) que se han enamorado de asesinos condenados. No resulta difícil encontrar noticias sobre matrimonios entre un convicto y uno de sus fans. Pero ¿a qué es debida esta fascinación por el mal? Vivimos en una sociedad civilizada (aunque sería discutible). La gran mayoría de nosotros controlamos nuestros instintos incívicos y nos apoyamos en las leyes. Hemos aprendido a dominar la bestia interior. Sin embargo, algunos no han sido capaces o, directamente, han decidido no hacerlo. Ello nos llama la atención. Queremos saber quien es el monstruo, por qué lo hace, qué se le pasa por la cabeza, cómo reconocerlo si nos cruzamos con él por la calle. Además, empatizamos con la víctima. Nos ponemos en el lugar de esos padres que piden ayuda para localizar a su hijo secuestrado y deseamos con ellos que se encuentre a salvo, aunque, en el interior, tengamos un mal presentimiento. Y, entonces, seguiremos las noticias día a día hasta la resolución del caso. Algunos lo harán por morbo, no me cabe duda, pero la mayoría estaremos deseando que el suceso tenga un final feliz. Lamentablemente, al menos en literatura, las historias de terror nunca acaban bien. Y eso nos engancha y nos lleva a buscar más historias truculentas. Nos gusta poner en evidencia al malvado, castigar al culpable y darle su merecido a quien se escuda en los vacíos legales para salir impune de un delito. Pero, como se ha dicho mil veces, la realidad supera la ficción. Y aunque las madres dicen a sus hijos que los monstruos no existen, resulta que caminan entre nosotros. Nos vigilan. Esperan su momento. Puede que no nos toque hoy, pero algún día podría hacerlo. Y es cuándo pensamos: «¿por qué a mí?». ¡Ay, amigo! Los monstruos no necesitan un porqué, tan solo una oportunidad. ¿Qué historias nos atraen más? Las más extrañas. No necesariamente las más sangrientas. Si, además, se aderezan con misterios, injusticias y con elementos inusuales, tendremos un cóctel altamente atractivo que hará que nos mantengamos pegados a la pantalla o a la novela. Aunque suene fatal, lo habitual, por terrible que sea, nos inmuniza. Si no, mirad el caso que hacemos actualmente a las barbaridades de la guerra de Siria y otras parecidas. Al principio nos horrorizábamos, ahora, ya casi ni leemos los titulares ¡es lo de todos los días! Pero yo te digo. Ponte en su lugar. Vive TODOS LOS DÍAS en medio de esa guerra. ¿Dicen que no existe el infierno? Es mentira; existen muchos infiernos, y están todos en nuestro planeta. Eso sí, como no quiero terminar mal la historia, como se acostumbra a hacer con el género del terror, debo decir que hay unos pocos «cielos», quizá muy escasos, pero los hay. Y a ti, ¿te gustan las historias de terror?
«Relatos de muerte» es una serie de cuentos sobre asesinos, fantasmas, desastres, muertes y demás despropósitos. Por el momento llevo dos volúmenes. Algunos de los relatos están inspirados en sucesos actuales, otros en experiencias reales de mis lectores, y la mayoría son inventados (afortunadamente). www.javinavas.es Relatos de muerte Relatos de muerte 2
