Talleres gratuitos de iniciación a la escritura creativa:
RBA Editores
272 páginas.
El libro continúa con otra historia: Un drama en México.
Es impresionante cómo vuela la imaginación de los cineastas con esta historia en la que los antagonistas no son más que la naturaleza y la determinación de los personajes por alcanzar el conocimiento. Y es que la novela se aleja una barbaridad del concepto de novela actual, donde es casi obligado que ocurran cosas en cada capítulo para que los adolescentes no la abandonen en favor de un videojuego o para cotillear en Instagram. Como ejemplo, baste destacar que Julio Verne dedica un capítulo entero (son capítulos cortos) para describir el hallazgo de un géiser subterráneo como un excitante descubrimiento científico, sin más adornos ni florituras. En el cine veremos bestias prehistóricas y nativos antediluvianos que pondrán en aprietos a los viajeros; en la novela, el profesor Lidenbrock y su sobrino Axel encuentran un inmenso osario de animales gigantescos y esqueletos de seres humanos que se antojan primitivos. Bien es cierto que, a lo lejos, observan una manada de mastodontes vivitos y que, en otra ocasión, son testigos de la lucha de dos seres marinos de descomunal tamaño. Pero el interés de ambas escenas se centra, una vez más, en la importancia científica de los hallazgos. Resulta increible que julio Verne consiga atrapar nuestra atención con solo tres personajes y tan poco conflicto, y es que, cuando quise darme cuenta, iba por la página 185 y aún no había ocurrido nada «importante». La trama avanza a base de describir los lugares por los que pasan los protagonistas, de elucubraciones científicas, de las dudas de Axel sobre la enormidad de la tarea que tienen por delante, de luchar contra las dificultades que ofrece el descenso al centro de la Tierra, y gracias a la determinación del profesor por alcanzar la ansiada meta.
LOS PERSONAJES
Son muy dispares y, a pesar de ser solo tres, únicamente se han desarrollado en profundidad dos de ellos. Por un lado tenemos al profesor Lidenbrock, cuyo fin último es el conocimiento. Cuando una idea se le mete en la cabeza no la abandona hasta que la demuestra o la rebate, y da por buenos los riesgos y peligros si, finalmente, alcanza su objetivo. No duda en acometer cualquier empresa aunque para ello deba poner en peligro a quienes le acompañen. También muestra algunos retazos de humanidad, de vez en cuando, para recordarnos que se trata de un congénere. Su sobrino, Axel, con formación científica, pero recomido por las dudas sobre la empresa en la que le ha embarcado su tío, es el lado humano de la historia. Siente curiosidad, pero no tanta como para decidir por sí mismo afrontar la peligrosa aventura. Y Hans, el imperturbable guía islandes, a quien lo único que le importa es el pago semanal del doctor. Se muestra estoico en todas las ocasiones, sin dejar ver nada sobre sí mismo. Es un personaje plano que ni evoluciona ni se abre a los lectores, ni siquiera a sus compañeros de viaje, pero sin cuya colaboración la travesía hubiese resultado un tremendo fracaso. ¿ES UNA NOVELA ADECUADA PARA LOS JÓVENES? Es una lectura para aquellos que aman leer y, además, gusten de la aventura científica. Quienes se aproximen al texto animados por las versiones cinematográficas se aburrirán y se verán decepcionados.
Si el chaval ya es lector, podría gustarle. De hecho, yo la leí de adolescente y me encantó; me hizo soñar y mi imaginación se enriqueció, creció y voló. La historia de Julio Verne se convirtió en otras mil que rondaron por mi cabeza hasta que se casaron con muchas otras lecturas y que, muchos años después, han dado lugar a creaciones propias. Pero si un maestro intenta fomentar la lectura de sus estudiantes con esta novela se llevará la sorpresa del fracaso, pues el impaciente adolescente 2.0 actual exige amoríos, enfrentamientos directos entre personajes, emociones continuas y, sobre todo, inmediatas. No me imagino a un joven lector dando palmas al leer que un viajero extraviado pueda ser encontrado gracias a la transmisión de sonido que es capaz de realizar cierto tipo de roca y al cálculo de la distancia que separa a los personajes gracias al tiempo que tarda en llegar la voz a su interlocutor (a sabiendas de la velocidad del sonido y la aplicación de la fórmula correspondiente). Existen adaptaciones juveniles, pero, entonces, no son el verdadero Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne. ¿ME HA GUSTADO?
En su día fortaleció mi imaginación, en la actualidad me ha encantado releerla.
Como escritor he visto que no hace falta sacar un monstruo o un asesino cada tres párrafos para componer un relato divertido e interesante. Pero no pierdo de vista que, para el lector actual, hay que plantear las historias de otras formas más dinámicas. LO QUE NO ME HA GUSTADO El desenlace (ojo, no el cierre, que es cuando la aventura ya ha concluído y se cuenta lo que ocurre después), pues no te percatas de que has llegado al final de la historia, y aquel ocurre sin previo aviso, sin que el lector sepa si se ha alcanzado el objetivo final o no. Y un error que considero mayúsculo y desagradable, culpa de la edición y de la traducción, y que consiste en que no han traducido las unidades de medida que utilizan los protagonistas ¿qué mierda es una «toesa»? Esto dificulta la lectura, pues no te haces una idea de las distancias ni otras magnitudes cuando se expresan en libras, leguas, toesas y alguna más que aparece por ahí. Enriquecer el vocabulario es importante, pero esto me parece innecesario y molesto. Siempre me esfuerzo por terminar las críticas de forma positiva, pero esta vez lo voy a dejar aquí.
Hala, me he enfadado. Si te apetece leer alguna historia en la que los protagonistan se introducen en túneles, galerías o viajan a mundos extraños en los que la aventura no cesa y, además, hace crecer a los protagonistas, echa un vistazo a las novelas juveniles «Mascotas y fieras» y a «La Torre de Sabiduría. El libro de Mikel».