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Páginas: 266 en tapa blanda. Año: 2018. Editor: Independently published. Asesinatos imposibles, un detective desconcertado y una psicóloga con dones especiales dan lugar a una novela de misterio en la que lo sobrenatural es un personaje más. Y eso me gusta. La mezcla de géneros suele funcionar muy bien, pero hay que tener cuidado de que no resulte forzada. En este caso, ambos mundos, el real y el «otro», se entremezclan con naturalidad. Quizá sea consecuencia de que es la tercera historia de este autor que leo, y la protagonista, Ana Amengual, ya es como de la familia... ¡¡Motivo por el cuál tengo que abroncar al autor por haberle hecho al padre de Ana lo que le ha hecho!! ¡¡No tienes verguenza!! A la madre me da igual, total, apenas la conocía... Tomar aire, soltar aire, tomar aire... Bien, lo que promete esta historia es lo que ofrece: suspense, incredulidad y mucha curiosidad por saber cómo terminará el asunto. Es de lectura fácil y todo el tiempo estás pensando que no puede terminar bien. ¿DE QUÉ VA? Un motorista pierde la vida en un accidente, pero se dan circunstancias extrañas que motivan una investigación criminal. El detective al mando se encuentra tan perdido por lo extraordinario del caso, que recurre a Ana Amengual, una psicóloga y antigua colaboradora del cuerpo policial que, al parecer, hace gala de una intuición especial. Y no será en balde, pues las pistas encontradas apuntan a que la culpable del supuesto crimen es una mujer encerrada en un psiquiátrico. Las pruebas son irrefutables, pero la posibilidad de que sean reales es nula. LO QUE MÁS ME HA GUSTADO La interrelación entre el mundo espiritual y el real, que está muy lograda y se muestran algunas escenas muy inquietantes. El trabajo de investigación también engancha y casi deseas que se encuentre una explicación racional y mundana que la que se vislumbra casi desde el principio. Esto añade un aliciente a la lectura, pues te compadeces del pobre detective y estás todo el tiempo pensando: «A ver cómo explicas esto al comisario, majete». LO QUE NO ME HA GUSTADO Creo que el autor ha desaprovechado alguna escena aterradora y que estaba enriqueciendo una barbaridad la historia, al situarla dentro del contexto onírico. Incluso me ha enfadado. Imagina lo que es estar leyendo con emociones encontradas: «Ole, ole, qué bien se pone esto» y, a la vez, «La hostia, qué cague. Voy a llamar a mi madre ahora mismo», y todo ello abrazado a mi gato para que me protegiese y, de repente, ¡chas!, era un mensaje a través de un sueño. Un autor como Juan Frau tiene imaginación sobrada para enrevesar la trama con hechos imposibles y resolverlo de forma notable y eso es lo que yo me espero como lector. A no ser que esté muy justificado, el recurso de «ha sido un sueño» debería estar descatalogado de la narrativa actual, pues te sientes un poco «estafado emocionalmente». A ver, que no sucede constantemente, ¿eh? Y hay suficientes hechos terroríficos como para que termines merendándote las 20 uñas, pero tenía que decirlo. Otra cosa que me chocó fue que el autor utiliza un narrador omnisciente que, sin embargo, hace juicios de valor en ocasiones, en lugar de mantenerse neutral. No ocurre mucho y la mayoría de los lectores no se extrañarán, pero a mi me llamó la atención. CONCLUSIONES Es una novela ágil, entretenida, divertida, inquietante... Por un lado, te hace ponerte de parte de Ana Amengual, por otro, te saca una sonrisa al pensar en el estupor del detective y, además, y esto me ha preocupado, te hace empatizar con «el asesino» y no con las víctimas. Lo cual me ha dado mucho que pensar...
¿Te apetece leer más sobre crímenes cometidos por un asesino con el que no simpatizarás en absoluto?
Echa un vistazo a mi novela Asesino por vocación, en la que un inteligente y despiadado criminal nos cuenta cómo se hizo a sí mismo y se ríe de sus víctimas.
